The Suicide of Rachel Foster es un videojuego de aventura narrativa y misterio en primera persona desarrollado por One-O-One Games y publicado por Daedalic Entertainment GmbH. Fue lanzado en el 2020 para varias plataformas. Aunque oficialmente está diseñado para Windows, puedo corroborar que en Steam, probando diferentes versiones de Proton he conseguido lanzar la aplicación y terminar la historia entera desde una plataforma GNU/Linux. La dinámica de este juego es sencilla y la historia se desarrolla de una forma lineal, como muchos de los juegos que suelo reseñar. Nos movemos con el personaje y desde su visión en primera persona podemos interactuar con los objetos, movernos y escoger entre diferentes opciones de diálogo cuando aparece la comunicación con terceras personas. Sólo disponemos de algunos objetos en el inventario y varios planos del hotel que nos sirven de mapa.
Siempre hemos estado ahí la una para la otra. Ojalá pudiera estar en tu graduación. En tu boda. En el nacimiento de mis nietos. Pero es lo que hay: no sabemos cuánto tiempo nos queda. Usa el tuyo para amar. No hay nada más por lo que valga la pena vivir, luchar o morir. Créeme. Te amo por encima de todo lo demás. Tu madre. 24 de junio de 1991.
Al principio se nos muestra la escena de un entierro. Hay mucha gente en la entrada. Llueve y los paraguas se agolpan, impidiendo descubrir la identidad de los asistentes y dificultando el paso de la protagonista en el camino que lleva al último adiós. Mientras tanto, de manera intercalada, se nos muestra una carta de despedida de la madre hacia la hija, Nicole. En su contenido, podemos ver algunas referencias dolorosas a un pasado remoto. Sus padres eran propietarios de un hotel, el Timberline Hotel, situado en el Parque Nacional de Helene, en Montana (EUA). Todo parecía ir bien hasta que su padre, Leonard, tuvo un romance con una joven llamada Rachel. Ella terminó suicidándose y la familia, azotada por el escándalo, se rompió irremediablemente. Aquello ocurrió en 1981. Su madre, Claire, se marchó del hotel, llevándose a su hija. Nicole tenía dieciséis años (la misma edad que Rachel) y ya nunca volvería a ver a su padre. La carta nos hace ver que la madre ya había muerto tiempo atrás y que este documento firmado años atrás sólo es entregado a través de un abogado tras la muerte de su padre. A falta de otros parientes, el hotel pasa a manos de la hija; la madre le conmina a que venda el hotel y eso es lo que parece haber decidido. No obstante, la ley le obliga a visitar el lugar, hacer una inspección y comprobar que todo está en orden antes de proceder a la venta.
La acción nos sitúa entonces en 1993, tras la muerte de su padre. Nicole viaja en su coche, un Dodge de 1986, hasta el Parque Nacional de Helene y aparca en el garaje del hotel. El tiempo parece furioso y la nevada no hace más que incrementar su intensidad. El juego hace referencia aquí brevemente a la tormenta que sucedió en Billings en 1955 [1]. Ella sólo quiere llegar al hotel, echar una visita rápida y arreglar los papeles con el abogado, un hombre llamado Jenkins. Una vez dentro accede a las oficinas y allí escucha el mensaje que su abogado le ha dejado en el contestador. Parece que pronto se reunirá con ella así que le insta a que empiece la inspección en solitario. El hotel es bastante grande, tiene varios pisos y además de habitaciones contiene estancias laterales que incluyen oficinas, un salón, la cocina, la recepción, un museo y algunas salas más operarias en el sótano donde están la lavandería, los generadores, la caldera y el garaje por el cual hemos accedido.
En la suite principal, Nicole se reencuentra con la habitación que debió ocupar su padre. La sala principal está repleta de libros de temas variados, desde ciencia [2], religión y espiritualidad hasta libros marcadamente esotéricos. El baño alberga una buena muestra de frascos con medicamentos pero lo inquietante aquí es la habitación de la protagonista, pues parece haberse conservado tal y como ella la dejó una década atrás, con sus posters, aparatos de música, el bajo, los trofeos de campeonatos, fotos personales, diarios, cintas y cassettes. En medio de todos esos recuerdos está la llave del gerente (llave de mantenimiento) que le permiten abrir múltiples instancias en el hotel. No obstante, cuando ella se dispone a salir de la habitación, un extraño teléfono suena. Detrás del aparato hay un hombre llamado Irving Crawford que pertenece a la Federal Emergency Management Agency (FEMA). Parece preocupado por ella y especialmente por la situación metereológica. Tras su llegada, el temporal se está volviendo más agresivo y cabe la posibilidad de que el hotel quede incomunicado durante la nevada. Ella parece reacia a creerlo, pero un estruendo le demuestra la velocidad que está alcanzando el viento ahí afuera. Sin embargo, aunque insiste en correr el riesgo de viajar en coche, cuando llega al garaje las llaves de su vehículo no están donde las había dejado y la propia puerta de salida ya parece colapsadas por la cantidad de nieve que se acumula en el exterior. No le queda otra opción que quedarse allí hasta que amaine la tormenta. Irving, a través del teléfono móvil intenta calmarla y le asegura que allí estará a salvo.
Su primera tarea tras decidir quedarse en el hotel será encender la caldera. Para ello, marchará por el sótano hasta encontrar el aparato que ella solía denominar el viejo fantasma pedorro. Las instalaciones parecen viejas pero parecen aguantar la cometida de los años. Mientras las estancias se calientan, Nicole habla con Irving y aquí empieza a desarrollarse un hilo conductor que conecta a la protagonista con los recuerdos del hotel. Fruto de esta conexión, antes de dormir, decide tocar el bajo tal y como hacía cuando iba al instituto antes de marcharse del hotel con su madre.
Al día siguiente Nicole aparece en el mirador. La conversación con Irving le revela que él ha estado preocupado por ella durante toda la noche y que de momento los servicios de metereología indican que la tormenta seguirá creciendo. Ella encuentra algo de comida en el congelador y aunque casi queda atrapada en su interior, finalmente logra calentarse un bote de sopa de alubias para comer. Poco después Irving le comunica que ha podido hablar con el abogado pero que debido al temporal no pudo llegar a tiempo y le traslada su recomendación de que empiece la inspección sin él. Al subir, con gran pesar descubre el estado deplorable en el que se encuentra el segundo piso, lleno de desperfectos y carcomido por el moho. El ala oeste incluso está cerrada y precintada por el riesgo que supone andar en su interior. En uno de los baños de este segundo piso encontraremos unas velas en el suelo acompañadas de un extraño libro, productos quizá de un ritual espiritista [3]; no obstante, lo realmente extraño es la llamada que Nicole recibe en uno de los teléfonos de pared. El hombre que está detrás le insta a que no venda el hotel porque Rachel sigue viva. Irving intenta calmar a la protagonista diciéndole que seguramente se trate de alguien obsesionado con los eventos siniestros del pasado ya que la historia además de arruinar a dos familias, conmovió a muchos de los habitantes de la región.
Durante el tercer día, Nicole se despierta después de un sueño muy profundo. Los recuerdos empiezan a aflorar y parece conectarse emocionalmente con su pasado [4]. La estancia está relativamente oscura e Irving le avisa que debido a la tormenta, algunas líneas eléctricas se han desplomado. Después de encontrar algo para hacer luz (una Polaroid y una linterna de dinamo), debe dirigirse hacia el generador de emergencia situado en el sótano y hacerlo funcionar. Descubre en ese instante el hueco que hay entre las paredes, una red de túneles que comunican gran parte de hotel y que se extiende por diferentes pisos. A través del túnel consigue llegar a la sala del generador. En esta habitación descubre que sobre la mesa hay un pintalabios. Esto hace pensar a Nicole que ahí está pasando algo. No se trata de un pintalabios común, es de la marca que solían llevar las chicas en su época del instituto, una marca que dejó de existir años atrás. Lo más extraño de todo es que el pintalabios parece nuevo y está en perfectas condiciones de uso.
En el cuarto día, su obsesión hacia el hotel y la muerte de Rachel empieza a cobrar forma. Nicole se ha pasado la noche recopilando información, observando libros y colocando sobre la pared las primeras pistas sobre lo que pudo suceder. Lo que ha recopilado de momento son noticias. Por un lado tenemos la versión oficial que habla de un suicidio. Rachel se suicidó en 1981, a los dieciséis años. Encontraron su cuerpo en Wisherd Creek (Missoula) sobre unas rocas, como si hubiera saltado desde una altura de casi treinta metros. Las pruebas revelaron que estaba embarazada de nueve semanas y también encontraron una carta de despedida que expresaba la profunda culpa que sentía por lo sucedido. A pesar de la versión oficial y la presencia del cuerpo, Nicole empieza a sospechar que puede estar viva. Otros también debieron creerlo. En esta línea tenemos tres sucesos: el pintalabios que encuentra Nicole en la sala del generador, la extraña llamada telefónica que recibe el segundo día y algunas anotaciones de su padre que parecen revelar que él también lo creía [5]. Además, hay dos noticias sospechosas. Una primera noticia de 1991 que habla del testimonio de Glenda Ferguson, una antigua compañera de clase, que aseguró haber visto a Rachel en el primer piso del Timberline Hotel y una segunda noticia que revela que algunos grafólogos discreparon de la versión oficial al asegurar que la letra de su nota no pertenecía a la chica en cuestión.
El quinto día, Nicole tiene un sueño muy extraño. Está en la nieve, en medio de una tormenta de aspecto marcadamente onírico. Escucha la voz de su padre que le habla con dulzura mientras ella parece responderle desde una conciencia pretérita, con un claro sentimiento afectivo que debe haber quedado reprimido en su conciencia adulta. Hablan de las estrellas y de la luz que nos llegan de ellas después de su extinción. Algo en medio de la nieve llama su atención, es una especie de aparato dental [6] que irradia una intensa luz rojiza.
Al día siguiente, la conversación con Irving le revela que en el hotel hubo un suceso posterior, un programa especial de unos denominados cazadores de fantasmas que aseguraron haber encontrado algo en una de las habitaciones del hotel. Todavía conserva las grabaciones en VHS y le transmite parte de los inquietantes audios del equipo. Nicole decide entonces ir a la habitación que mencionan en la cinta, la 117. Ésta está cerrada con un soporte atornillado en forma de L. Tras hacerse con un destornillador que encuentra en la habitación del generador consigue abrir la puerta y acceder a su interior. Allí encuentra todo un conjunto de documentos y aparatos de investigación paranormal, incluyendo fotos, cámaras y un micrófono parabólico que puede ser empleado durante el transcurso del juego. El video que dejaron revela que realmente sí vieron algo y que salieron con tal celeridad que dejaron allí sus pertenencias. Tras visionar la grabación, la propia puerta de la habitación se cierra ligeramente, dándonos a entender que detrás de todo aquello sí hay algo de verdad.
El séptimo día nos trae un cambio radical. Nicole ha añadido a la habitación adornos navideños y tiene lugar una larga conversación entre Nicole e Irving que revela que entre ellos ya hay una cercanía y un vínculo fortalecido por las experiencias recientes. Ella está sorprendida por la dedicación y preocupación que le manifiesta y por ello, Nicole parece también transmitirle cierto afecto. Durante esta larga conversación recuerda las navidades de 1980 con gran pesar y aunque el diálogo parece ir encaminado hacia un tema afectivo, éste se interrumpe cuando Nicole empieza a escuchar unas extrañas interferencias. A través del micrófono parabólico sigue el rastro del ruido, llegando a escuchar voces y susurros cuando deambula entre los pasillos de la segunda planta. No obstante éstos terminan cesando y ella le comunica a su interlocutor la nostalgia que siente por las fiestas navideñas que solían celebrar en el hotel cuando era pequeña.
El octavo día tiene lugar un extraño suceso. Tras haber sido testigo de los fenómenos paranormales, Nicole se despierta en la capilla de la Iglesia. No sabe cómo ha llegado hasta allí. Recuerda haber tenido episodios de sonambulismo en la infancia. Presta a averiguar por qué ha ido a la iglesia, se decide a bajar allí de nuevo mientras habla con Irving. Allí retoma contacto con algunos de los objetos de la capilla, incluyendo fotografías, partituras y el órgano; estos recuerdos le llevan a recuperar un extraño acertijo de su infancia que habla de una puerta secreta. Al volver por el pasadizo que lleva a la Iglesia, tiene una pequeña alucinación. Una extraña mariposa le lleva al espacio que hay detrás de la escalera. Allí descubre un segundo pasadizo secreto oculto detrás de unos tablones. Éste desemboca en una habitación que desquicia a la protagonista. Se trata de una habitación oculta y sin ventanas que parece recrear el dormitorio de una niña. Todos los detalles le llevan a la figura de Rachel pues termina concluyendo que todo aquello es una réplica de su habitación. Sobre la cama descubre una caja vacía, como si fuera la caja del aparato dental que ella llevaba. Nicole se encuentra confusa y enfadada pues todo aquello le parece la obra de una mente enferma y toda la historia de su padre no deja su recuerdo en buen lugar. Antes de irse, encuentra una llave sobre la mesita que parece ser la de la caja de música que hay en la habitación de Leonard. Mientras vuelve a la suite principal, reflexiona sobre todo lo que ha sucedido hasta el momento y las diferentes posibilidades en torno al misterio de Rachel y aunque sopesa varias opciones le sigue resultando inverosímil que ella hubiera seguido viva tiempo después ocupando aquella habitación sin ventanas. Cuando abre la caja de música descubre dentro de ella una medalla que ganó en la final de Hockey, justo el día en el que Rachel murió. Esa misma noche su madre cogió las maletas y aunque intentó marcharse con su coche, finalmente se fueron con su tío John.
En el noveno día Nicole se presenta delante de la puerta precintada del segundo piso. Está dispuesta a traspasar esa barrera y descubrir lo que pudo esconder su padre al otro lado. Ahora tiene ya la intuición de que todos los objetos no son meros detalles que aparecen por azar. Comprende que alguien los está dejando a su paso como pistas o mensajes que le conducen a su pasado. Recuerda que aquella noche su madre le mandó cerrar el almacén que se encuentra en las escaleras que se encuentran por encima del recibidor. Dentro del almacén descubre una escena macabra. La sala está llena de maniquíes y uno de ellos sujeta un palo de hockey, el cual se cierne sobre un maniquí apostado en el suelo que sobre su vientre tiene una muñeca. La escena recrea la imagen de un crimen, como si alguien hubiera golpeado con el palo a una mujer embarazada en clara alusión a Rachel. No se trata de un palo cualquiera sino de su palo de hockey.
Al salir de allí, la conversación con Irving se reanuda y éste cambia el tono completamente. Se revelan sus verdaderas intenciones y su historia oficial se desmorona. No es evidentemente un agente de la FEMA y mientras cruza las puertas del segundo piso que ahora se muestran abiertas, empieza una aventura de descubrimiento que no resulta nada agradable. Irving nunca estuvo fuera del hotel sino escondido en una de esas habitaciones deterioradas, hablando con ella a través de un equipo de radio sofisticado. A través de la conversación que mantiene con Nicole se revela él mismo como el hermano de Rachel. Habiendo pasado siempre desapercibido, bajo la sombra de un padre severo, sufrió mucho con la muerte de su hermana y eso hizo que se obsesionara por su muerte. Desde la llegada de Nicole al hotel, le estuvo dejando objetos con el único objetivo de conducirla hacia unos recuerdos a los que él nunca tuvo acceso. La conversación también le revela que Irving y Leonard tuvieron una relación bastante estrecha porque tanto él como su padre trataron de averiguar las razones del fatídico final de Rachel.
Irving le relata la historia que su hermana tuvo con Leonard como una verdadera historia de amor. Él le daba clases particulares ya que Rachel tenía dislexia, le costaba aprender a leer y eso hizo que los niños se burlaran de ella llamándola retrasada. Él no pudo hacer nada por ella y tampoco protegerla, pero todo cambió cuando conoció a Leonard. El día en que ella murió, la felicidad en su familia desapareció y él quedó irremediablemente marcado por la historia del hotel. Antes de terminar sólo le pide eso, que siga investigando y que encuentre las razones que él no pudo hallar. Detrás de una de esas puertas Nicole encuentra el acceso a la sala que su padre tenía en el ático. Allí es donde supuestamente daba clases a Rachel y surgió su obsesión por ella. Nicole encuentra una grabación con diapositivas que su padre le había dejado preparada. Al parecer llevaba años teniendo constancia de los fenómenos paranormales e incluso había visto el fantasma de Rachel, pero no habían podido resolver el rompecabezas de su muerte. Sólo esperó que tras su llegada al hotel, ella sí fuera capaz de hacerlo. Al finalizar la grabación, se escucha a alguien o a algo escribir sobre la pizarra. Alguien ha grabado la palabra «asesina» sobre la superficie. Parece que ha sido Rachel.
Tras coger las llaves que hay sobre una de las mesas, Nicole baja al garaje. Mientras, tiene una conversación con Irving llena de enfado y reproches varios. Ella confiesa los celos que tenía hacia Rachel pero asegura que no la odiaba. Irving le reitera que aquél tiempo ya pasó y que sólo busca la verdad. Nicole, al llegar a su destino, decide abrir el maletero del coche de su madre. Allí encuentra una manta andrajosa; se dirige entonces a la lavandería y allí la deja en remojo. Lo que descubre la deja anonadada. Entre los restos sucios encuentra el aparato dental de Rachel. Todas las piezas parecen encajar de golpe. Fue su madre. El día del partido ella se ausentó durante un tiempo, cogió su palo de hockey y debió asesinar a Rachel. La llevó en el maletero mientras traía de vuelta a Nicole de su partido y más tarde dejó el cuerpo allí donde lo encontraron, para que pensaran todos que se había arrojado desde las rocas. Ella recuerda ahora esos pequeños detalles y se siente abrumada al saber que fue su madre quien lo hizo [7]. No puede digerir cómo pudo estar en el coche con ella volviendo del partido, ignorando que dentro del maletero estaba el cuerpo de Rachel sin vida.
Al final de este episodio Irving se revela sorprendido pero aliviado. Nos da entender que él no sabía realmente qué había sucedido con Rachel. La historia que le cuenta Nicole parece arrojar algo de paz sobre su atormentada existencia. No obstante, Nicole se derrumba acorralada por la culpa, la vergüenza y el desamparo. Cuando intenta hablar con Irving, éste sólo está dispuesto a terminar de una vez la conversación, dice que ahora que sabe la verdad sólo quiere reunirse con su familia. Aunque Nicole trata de impedir su marcha recordándole el afecto que ha surgido entre ambos durante esos nueve días, ya es demasiado tarde, Irving ha abandonado el hotel en medio del temporal y la comunicación se pierde mientras él debe estar caminando hacia la muerte helada.
Cuando la conversación se interrumpe, Nicole escucha unos pasos pero no ve a nadie. Cree que puede tratarse de Rachel. Entonces pierde la consciencia y cuando despierta se encuentra dentro de su coche, con el motor en marcha y una manguera conectada al tubo de escape para llenar el interior cerrado con monóxido de carbono. El teléfono suena y aunque se trata del abogado realmente, Nicole no parece decidida a vender el hotel. Algunos pueden pensar que este escenario ha sido dispuesto por el fantasma de Rachel pero los acontecimientos también nos sugieren que puede ser una obra de la propia Nicole. Su forma de hablar, su añoranza con ese pasado que se resquebrajó, el trauma revivido, la culpabilidad por todos los celos que le guardaba a Rachel, sus antecedentes de sonambulismo; todo esto apunta a que es ella misma quien ha preparado su propia muerte. Después de arrancar el motor, ella tiene la opción de no hacer nada y esperar a perder el conocimiento o desistir y parar el motor. Ambos finales son interrumpidos con un fondo oscurecido. Al final, a Nicole sólo le quedan los recuerdos con los que tiene que vivir.
[1] Durante la tormenta la nieve llegó a acumularse 0’84m, habiendo una temperatura promedio de -2,9ºC. Las grandes nevadas aparecen registradas en 1996, 1997 y 2014, años después de la ambientación del juego. Como curiosidad podemos mencionar que durante los incendios de Yellowstone (1988), referenciados en el videojuego Firewatch, la ciudad se cubrió de humo.
[2] El padre de Nicole, Leonard McGrath, era astrofísico. De ahí su pasión por las matemáticas, los astros y los misterios del cosmos.
[3] Aunque al principio de la historia, la fenomenología paranormal no está muy presente, sí hay algunos elementos extraños en el juego. En ciertos lugares hay ruidos añadidos a los que puede producir el temporal o el crujido de la madera, pasos e incluso sonidos que parecen de voces susurrantes.
[4] Durante el tercer día, Nicole parece haber soñado con su padre. Al contestar a Irving por teléfono le responde creyendo inicialmente que se trata de Leonard. Más tarde, empieza a reconocer aparatos que le eran propios de su adolescencia, desde la cámara Polaroid que encuentra en el trastero hasta la caja de música que inicialmente había pasado desapercibida. En relación a los huecos entre las paredes, ella misma acaba recordando que sí sabía de su existencia aunque no le dejaban utilizarlos.
[5] Entre las pertenencias de Leonard, Nicole encuentra uno de sus diarios que lleva anotaciones sobre Rachel, describiendo su estado de ánimo, su semblante o cosas que ella dice. El diario fue escrito unos años antes de su muerte, ocho años después del suicidio de Rachel.
[6] Dicho utensilio, asimilado a la figura de una extraña mariposa, se convierte en el propio logotipo del videojuego. El mensaje que esconde su historia es de vital importancia.
[7] Entre otros detalles, también recuerda que no encontraba su palo de hockey y que al bajar al garaje para buscarlo vio a su madre allí con una cara que no parecía normal. Su mirada estaba marcada por la furia, un recuerdo que con el tiempo reprimió y terminó olvidando por completo. Al subir al coche vio su palo de hockey en el asiento trasero y su madre le dijo que lo había cogido para limpiarlo antes del partido.
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