En esta primera parte de Introduccción al griego, hablaremos de sus orígenes y su posterior evolución. El griego, al igual que el latín, es una lengua flexiva sintética de origen indoeuropeo y comparte con ésta muchas similitudes, desde la presencia de terminaciones o desinencias para expresar los diferentes accidentes gramaticales hasta el alfabeto, ya que los romanos crearon sus primeros alfabetos latinos a partir de alfabetos griegos arcaicos, seguramente debido a la influencia de este pueblo en la conocida Magna Grecia (sur de Italia). Los griegos adaptaron su alfabeto del Fenicio al final de la época oscura (1100-800 a.C.) pero antes de ello, emplearon otros sistemas de escritura. En la región se han encontrado civilizaciones y culturas de los que no cabe duda que fueron autóctonas como la Minoica y otras que pudieron emerger de la confluencia de varios pueblos, como es el caso de la Micénica. Se suele denominar a la población autóctona con el nombre de Pelasgos.
Como ya dijimos, a partir del inicio del primer milenio antes de nuestra era, estos pueblos indoeuropeos empiezan a emigrar y un gran grupo de ellos se adentran en Europa. Los latinos se asentaron en el Lacio y los griegos debieron entrar por el norte de Grecia o cruzando el mar Egeo. No llegaron a ocupar inicialmente las islas de Creta, donde había florecido una poderosa civilización conocida como Minoica, que desde tiempo inmemorial ya había construido grandes palacios en Cnosos, empleando un tipo de escritura que hoy denominamos lineal A y que sigue sin descifrarse. Esta civilización presenta sustratos arqueológicos que se remontan al Minoico antiguo I (3100-2650 a.C.) y en algún momento del primer milenio tras la llegada de los invasiones, debió colapsar, bien por guerras, por desastres naturales, desestabilizaciones internas causadas por alguna crisis o por el cúmulo de muchos de estos factores. Durante este periodo de migraciones, entre 1600-1100 a.C surgió en el continente griego la civilización Micénica (o aquea). La ciudad por la que se conoce, Micenas, debió emerger en el s.XVI a.C por la fusión de pueblos nativos e invasores indoeuropeos. Tal es así que hoy se considera a los aqueos como los antecesores directos de los griegos, aunque como veremos, fueron varios pueblos los que dieron forma a la civilización helénica.
Tras la desaparición de la civilización Minoica, los Micénicos llegaron a Creta. Allí adoptaron su sistema de escritura y la transformaron en lo que conocemos como Lineal B. Aunque el Lineal A no se ha podido descifrar aún, los estudios de Ventris y Chadwick sobre el Lineal B permitieron concluir que el lenguaje utilizado en este sistema de transcripción ya era griego, aunque escrito bajo un sistema silábico. Tras la conquista de Creta, los micénicos se siguieron expandiendo y durante estos conflictos antiguos es posible que tuviera lugar la guerra de Troya, antigua ciudad anatolia que ha pasado hoy al imaginario colectivo. No obstante, hacia el 1100 a.C empezó la época oscura y los estados micénicos se desintegraron. Un pueblo belicoso invadió la península, los Dorios, aunque no fueron los únicos. El periodo de inestabilidad fue largo y no se encuentra documentación que explique los acontecimientos que tuvieron lugar, pero los propios griegos fueron consciente de esta laguna en su historia y trataron de darle explicación a través de mitos y leyendas. No obstante, a finales de este periodo los pueblos supervivientes se habían asentado a lo largo de todo el cúmulo de islas y se introdujo una adaptación del alfabeto fenicio, creando así el primer sistema fonético de escritura. Gracias a este sistema se fijaron en los siglos VIII-VII a.C la Ilíada y la Odisea, creaciones homéricas que habían sobrevivido durante este periodo a través de la tradición oral.
Tras este periodo llega una Época Arcaica (800-500 a.C) caracterizado por las crisis sociales y la aparición de fuertes oligarquías en sustitución de las monarquías del mundo previo. Durante este periodo aparecen ciudades-estado, algunas con un notable carácter arcaico (Esparta) y otras con proyectos políticos novedosos, desde la tiranía (Mileto, Corinto) hasta la democracia (Atenas). Un fenómeno que tiene gran relevancia fue la expansión marítima y la colonización. Los griegos solventaron muchas de sus crisis internas mediante la ampliación de colonias a lo largo de todo el Mediterráneo, estableciendo fuertes lazos con toda una multitud de pueblos, incluyendo los Fenicios, que también mantuvieron ese carácter colonizador. Esto tuvo grandes repercusiones culturales y lingüísticas. Tras este período aparecen las guerras médicas, que inician la Época Clásica (500-323 a.C). Durante este periodo de resistencia inicial frente a los Persas, las luchas entre Atenas y Esparta terminan con la hegemonía de estas dos ciudades. Atenas pierde la Guerra del Peloponeso, pero Esparta termina fuertemente debilitada y es derrotada en la batalla de Leuctra. Ciudades como Tebas y Corinto, toman mayor relevancia. Mientras, el reino de Macedonia, al norte, empieza a cobrar mayor importancia con Filipo II. Con la llegada de Alejandro Magno al poder, Macedonia se expande hacia Grecia y las ciudades-estado son absorbidas e integradas en su reino. Las conquistas de Alejandro se dirigen hacia el este y tras anexionarse Egipto y el Imperio Persa, marcha sobre el valle del Indo, muriendo en el 323 durante su regreso, dando inicio a lo que se conoce como Época Helenística (323-31 a.C) de gran interés debido a la eclosión cultural y la aparición de varios reinos y dinastías sucesoras que trataron de unificar sus dominios. Durante este periodo, Roma creció y terminó conquistando Grecia, convirtiéndola en provincia romana tras su victoria en la Batalla de Corinto (146 a.C). Desde entonces, la historia de Grecia estaría unida al Imperio Romano.
Frecuentemente se fecha la creación del alfabeto en torno al s.VIII a.C., lo cual marca también el fin de la Época oscura. Tras este periodo de migraciones e inestabilidad, el griego se expandió en una serie de dialectos que marcaron el panorama disgregado favorecido por el espacio geográfico disperso y la consolidación de las colonias. Entre estos dialectos podemos mencionar el Jónico, el Eólico, el Dorio y el Arcadio-chipriota. Su despliegue geográfico también nos ofrece pistas sobre la procedencia de los pueblos a un lado y al otro del Egeo. El Ático, presente en Atenas, procede del Jónico y destacó además de por sus cualidades literarias, por ser un dialecto común para la transmisión del conocimiento. Por eso, a veces se ha equiparado el término griego clásico con el de dialecto Ático. El jónico literario de Homero y Heródoto destacó por tener algunas influencias del eólico, dialecto que había destacado también por las obras poéticas en las que había sido empleado, como las de Safo de Lesbos, Alceo, Teócrito y Melino de Lesbos. En cambio, del dórico, se destacó la poesía lírica coral y obras poéticas como las de Alcmán, Estesícoro, Íbico y Píndalo.
En posteriores entradas de introducción al griego, hablaremos más a fondo de las variaciones dialectales así como las letras arcaicas que llegaron a formar parte del alfabeto.
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