«Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad, un procedimiento, no obstante, trabajoso y, por tanto, impopular».
Carl Gustav Jung, Psicología y religión (1938)
Siguiendo un poco el hilo de mi anterior introducción a lo oculto y de manera paralela a mi diario de relatos, he querido hacer una muy breve reflexión con algo que me pasó hace unos días. No es la primera vez que me ha ocurrido y por eso bien dije aquello de cuidarse en las redes, bien sea cuando hablamos con desconocidos o cuando hablamos con personas que creemos conocer. Esta premisa se vuelve imperativa cuando queremos tratar temas de religión, espiritualidad, psicología o aquello que muchos han encuadrado bajo la etiqueta de lo esotérico, pues la red es el lugar perfecto para que ciertos personajes (psicópatas, sociópatas y narcisistas) hagan de las suyas. Con esto no quiero decir que todos los narcisistas necesariamente sean personas horribles ni que todos los que no tengan alguna enfermedad o trastorno de este tipo estén exentos de cometer alguna maldad, evidentemente; mi posición ante esto es que especialmente dentro de estos campos hay que tener sumo cuidado porque si encuentras a alguien con estos rasgos así, no va a interesarse por la espiritualidad por ésta en sí misma sino porque es un nicho para encontrar a personas vulnerables. De la misma manera, puedes encontrar a muchos psicópatas hablar de ética cuando tienen realmente ceguera moral y se desenvuelven bien en ese campo, claro está, intelectualizando el debate y no porque les preocupe los principios y fines de la humanidad sino porque el debate ético, entre otras cosas, también puede usarse como una herramienta de control, coerción o protagonismo, si no lo cree, observe el comportamiento de ciertos personajes en aquello que llaman política de la cancelación.
Desde que empecé mis estudios me he interesado por estos temas y siempre que he tenido un momento libre me he dedicado a indagar sobre algo en específico o leer ávidamente sobre ello. Lo que al principio era un interés por la psicología analítica junguiana y la religión finalmente terminó derivando en un interés más directo sobre la historia de lo oculto a través de la historia cultural, desde la antigüedad hasta nuestros días, desde el arte y la magia en la prehistoria hasta la interpretación de la alquimia a partir de la modernidad. Eso sí, mi acercamiento siempre ha sido abierto pero a la vez racional y crítico. Campos como la epistemología, la filosofía de la ciencia y la lógica formal no me son ajenos y con duro esfuerzo he acumulado saberes como los de Kuhn, Poincaré, Popper, Lakatos y Feyerabend. Decían algunos comentarios como el de Elías (siglo VI) a Aristóteles que en la Academia de Platón había un cartel que anunciaba lo siguiente: τοῦ μουσείου ἀγεωμέτρητος μέδεις εἰσίτω, es decir, que no entre nadie que no conozca la geometría. Dos milenios después este enunciado sigue siendo cierto y es algo que generalizaría a las matemáticas enteras o al menos a los principios de la ciencia empírica. La capacidad de abstracción es en muchos sentidos una de las bases de la inteligencia, sea cual sea ésta y teniendo esto por sabido, usted ya puede hacerse una idea de qué líneas nos acercan al orden y cuales nos devuelven al Caos. Quien no conozca el formalismo, la lógica simbólica o la estadística, difícilmente puede comprender la naturaleza de las cosas sin caer en una mera retórica o un solipsismo fantasioso.
Digo esto porque al compartir ciertos escritos míos, algunos más personales y literarios, otros más académicos, a lo largo de los años he ido recibiendo comentarios, correos o mensajes en diferentes plataformas que me han dejado patidifuso o como bien diría un político, virolo. Algunos han sido de gente extraña que me dejaron la duda de si sus comentarios eran de broma o no. Hace años, cuando escribía relatos improvisados basados en mis sueños recibí mensajes de algunas personas que afirmaban haber soñado exactamente lo mismo e incluso uno de ellos me acusaba de robarle sus sueños. Decía que yo los observaba por la noche de manera astral y los usaba para escribir y llenar mi blog. También me han preguntado alguna vez sobre magia y cosas paranormales, pero no buscando información, conocimiento o paz sino poder manipular la realidad. En aquellos momentos me preguntaba qué entendía la gente realmente por el camino espiritual. Mi vida era un día aburrido de lecturas sobre el escritorio, a veces reclinado en el sofá y reflexiones variadas sobre cuestiones que iban surgiendo con el intenso estudio; durante los descansos y caída la noche, la luna se apoderaba de mí y era la fantasía, el sentimiento, el eros y el pathos los que guiaban mi pluma. En mi imaginación el filósofo oculto era un viejo sabio en su torre desentrañando los misterios de la vida, reflexionando sobre Dios, sobre el ser y sobre la nada. En la imaginación de algunos, esa imagen se ha debido deformar e invertir, convirtiéndose en una bruja que machaca criaturas recién nacidas sobre un mortero para hacer ungüentos o un viejo malandrín que trata de hacer pasar la pirita por el oro material. No, amigo, nuestro oro no es el oro vulgar. Eso déjalo para los que venden amuletos y echan las cartas por dinero. Más de alguna vez he recibido mensajes donde alguien ha tratado de venderme una especie de brebaje supuestamente alquímico y bueno, lo digo reafirmándome en mis palabras, una persona incluso me llegó a facilitar una curación que de haber sido llevada a cabo, me habría llevado obligatoriamente a un fallo renal. Hay que entender que a veces no es sólo el interés crematístico lo que les motiva sino que también pueden estar movidos por una sensación de control sobre el otro y la gratificación que sienten por ello puede llevar a compensar incluso la pérdida de un dinero recaudado.
El otro día estaba intentando conciliar el sueño cuando de golpe uno de mis dispositivos emitió un sonido. Era un mensaje. Me extrañó ya que no uso las redes sociales y cada vez hago menos uso de Internet. Era un mensaje de Pinterest. Allí sólo comparto tableros de cuadros, ilustraciones, fotografía y cosas variadas. Por ejemplo, tengo recopilaciones de escenas de cine que estoy agrupando para un futuro proyecto, algunas carpetas con estéticas específicas (espacios liminales, dreamcore & weird), una con peluches, otra con escenarios industriales. Lo único que puede resaltar de mi colección es un tablero donde hay imágenes de libros y unas fotos que tengo a algunos mazos de tarot que suelo coleccionar. No es una cuenta dedicada a nada esotérico, ni siquiera espiritual o religioso; es más bien una red que uso para buscar y agrupar imágenes sugerentes, especialmente de cara a elegir la portada de las entradas.
Hace más de un mes una persona random me envió un extracto de un libro donde se veía una especie de patipembas sacado de un tratado sobre un tema que prefiero evitar aquí pero que tenía que ver en general con el palo mayombe. No hay contexto, simplemente una persona random me envió la imagen sin nada en el mensaje. Le indiqué simplemente el nombre que estaba vinculada a la imagen que me pasó y no quise preguntarle nada más. Ella me puso un corazón y me preguntó si podía enseñarle más, cosa que no tiene sentido ya que fue ella quien me pasó la foto, no yo. Yo le puse simplemente un mensaje breve donde le dije que yo no creo en esas cosas, simplemente me causan curiosidad, que si me pregunta por algún tipo de esoterismo, mi campo es el esoterismo occidental. Realmente sí he conocido hace años a gente que me ha hablado de esas cosas y alguna vez me ha escrito alguien vendiéndome cosas sobre el candomblé, pero no es un campo que me interese. Tampoco sé por qué esa persona me pregunta sobre esas cuestiones si en mi perfil de Pinterest no subo cosas de esas salvo un tablero viejo y medio escondido donde he colocado imágenes de tarots. No me contestó y tampoco le di nada de importancia porque yo no suelo hablar con gente desconocida por Internet y menos de esos temas. La cuestión es que casi un mes después, recibo un mensaje de esta cuenta directamente insultándome. El mensaje, lleno de faltas de ortografía, casi ininteligible, tenía insultos que directamente revelan la procedencia geográfica, social y cultural de la persona. A esto que le puse un mensaje animándola con el graduado escolar, la mujer empezó a soltar más y más insultos, diciendo que publicaba cosas que no entendía y que era muy triste que yo me intentara hacer el cool. Bloqueé la cuenta antes de que siguiera escribiendo y me imagino que así habría seguido durante dos o tres horas hasta que se le pasara el berrinche. Esto, que hace décadas sería una novedad inusual, hoy en día es común y está normalizado. Este perfil, que sólo tenía un avatar y nombre de mujer femenino, sin más ni menos, empezó a insultarme un mes después de haber contestado formal y educadamente a una pregunta que ella misma había iniciado. ¿Qué detonó esa respuesta?, ¿podría ser el hecho de que le dijera simplemente que no creo en esas cosas o era porque esperaba otra respuesta?, ¿por qué decía que subía cosas que no entendía?, ¿cuáles eran esas cosas que no entendía?, ¿las fotos de peluches, las escenas de mis películas favoritas? La pregunta hace años me interesaría sobremanera. Hoy ya no, pues estas personas y su comportamiento han dejado de causarme interés. Cuando era muy joven y leía algo de antipsiquiatría o filosofía posmoderna, podía entender que había una lucidez subliminal en lo inusual. Años después, sin embargo, uno aprende a diferenciar lo que está por encima de lo que está por debajo de la normalidad, a distinguir tajantemente aquello que es simple, difuso y raro de lo que es extraordinario y complejo.
Pero ahí estaba, un perfil con sólo un par de seguidores y que sigue a cuentas muy genéricas. Una foto de una mujer con filtros que no aparece en ningún buscador (y que puede ser ajena), un nick muy usado que no da pistas de nada, imágenes compartidas siempre ajenas sin información propia. No hay nada, nada a lo que acogerse. Nada para el profano, pero no para unos ojos de gato bien entrenados a la oscuridad. No me ha llevado más de un par de horas. Un par de horas mientras configuraba la nueva raspberry que más tarde reseñaré. Hay gente que se cree que tras una red te puedes esconder y que puedes insultar a cualquiera, estafar, difamar, cometer delitos y que limpiando las cookies o cambiando de dispositivo puedes evitar que te rastreen. Lo que ha hecho esta persona es simplemente insultarme, no me ha estafado ni me ha acosado fuera de los mensajes que me mandó. Si menciono este ejemplo es porque con el tiempo este tipo de conductas se ha ido volviendo cada vez más frecuente hasta el punto de normalizarse y el encuentro con este personaje sólo es el último ejemplo que tengo en mente, pero ha habido otros. Busqué a esta persona para comprobar si era alguien que pudiera conocer del pasado porque me llamó la atención que se pusiera en contacto conmigo justo después de subir mi última entrada donde hablo de mi pasado y la depresión. Quizá había leído eso en alguna parte y buscaba hacerme sentir mal. Podría ser simplemente una mala persona o podría ser algo más. Y así era.
En dos horas he encontrado: Su nombre real y dos apellidos, además del nombre que usa normalmente en redes, lo que nosotros llamamos nick. He averiguado el país y la ciudad donde vive y dónde trabaja. La personita esta (llamémosle señorita C.) tiene una tienda de «esoterismo» (entiéndase la ironía), con su propia página web y su teléfono de contacto, teléfono que algunos internautas relacionan con estafas relacionadas con trabajos de magia y lecturas variadas de cartas o runas. He encontrado una cuenta de instagram oficial pero además y ahora viene lo bueno, otros dos nicks. Uno, vinculado directamente a su nick principal (podría ser un descuido) y que parece una cuenta más personal con el mismo estilo y otro nick totalmente separado que usa para una red de contactos, información que de manera indirecta me ha llevado a averiguar qué cosas busca y qué cosas permite en el lecho. Además, he encontrado una cuenta de X (¡oh, sorpresa!) vinculada a su celular donde vomita bilis contra políticos y contra todo dios; por lo que he visto es muy fan de Milei, cuelga fotos con poses provocativas tapando la cara y tiene una violentísima obsesión con los políticos de la izquierda. No he buscado mucho en sus redes pero tampoco creo que sea alguien que haya conocido pero sí tiene interacciones con algunos influencers, incluyendo un youtuber muy estomagante.
Lo que me ha llamado la atención y eh aquí el quid de la cuestión, ha sido esa dualidad de la que debí hablar en su momento y que se repite una y otra vez en este tipo de personajes pseudoesotéricos y cantamañanas. Es algo que se me debió escapar y es de vital importancia tenerlo en cuenta. Luz y oscuridad. Escisión. En una cuenta, sonrisas fingidas, refrito de orientalismos varios cocidos con pseudociencia y aderezado con un toque new age. Mucho turbante, mucha meditación y mucho incienso. Olor a secta. Fotos de talismanes, frases presuntamente espirituales que podría decir mi abuelo borracho de cazalla y poses de plenitud frente a la cámara que indican que la persona quiere mostrar que es alguien serena, que no guarda rencor, que todo es paz y amor por dentro y que sus intenciones son siempre bondadosas de cara hacia el mundo. ¿Qué podía faltar? Nada, el yoga también estaba, las terapias alternativas y el kit completo. Lo único que eché de menos fue no encontrar nada de reiki pero quizá también estaba. En la otra cara, todo oscuridad y malicia. Podredumbre y bilis. Una cuenta de twitter con mensajes de odio constantes, una boca virtual convertida en vertedero y azote de la poca cordura de este mundo, buscando información sobre ciertas artes mágicas para ganar dinero y hacer daño a lo demás, todo lleno de insultos, amenazas y faltas de ortografía. Habría buscado más información, pero este tipo de seres, que lejos están de ser Personas, no me causan curiosidad sino colon irritable. Ya los conocí en su momento e incluso con uno de ellos llegué a mantener correspondencia. Tenía esa misma cara que yo llamo sonrisa con ojos de Bretón; ese tipo de personas que cuando aprendes un poco y tienes experiencia notas que hay algo extraño, que la sonrisa no se corresponde con los ojos ni con los pliegues de la cara ya que es una sonrisa fingida que han aprendido a construir y que muchas veces no es acorde con la situación. Todos al final son eso, una imagen suspendida en el vacío, sostenida por un Yo que no llegó a cuajar. Y a ese vacío lo llamaron iluminación.
Mi intención con esta entrada no es desde luego desanimar a las personas en busca de ese camino espiritual, todo lo contrario, es advertir de algunos de los peligros. Si me preguntan entonces ¿dónde está ese camino? Pues les diré, pues no tengo ni idea porque podría escribir un libro entero y terminar sin tener ninguna certeza. Estará en ti, dentro de ti o quizás no, en el otro, o fuera en el mundo o en todas partes o algo así. Aquí los sofistas se pondrían las botas. Lo que sí tengo claro es que en esas personas no está. Le recordaré un dicho que ya dije en su momento: la sabiduría, la inteligencia y el corazón siempre van de la mano y aparecen en la misma persona. Este enunciado junto con todo lo expuesto podría facilitar espero algún tipo de aprendizaje. En conclusión. Primero, antes de preguntar a alguien sobre lo esotérico o religioso, pregúntele sobre las matemáticas. Segundo, pregúntele sobre lo que supuestamente sabe pero que sea compartido por ambos; la mayoría de ellos hablarán de metafísica pero ni conocen a Kant ni sabrán ofrecer de manera rigurosa las diferentes definiciones que da Aristóteles, algo que han grabado en la piel a latigazos a cualquier estudiante de primero de carrera. Si escribe en griego, sánscrito, gaeilge, old norse o alguna lengua muerta, hágale una pregunta en directo delante de sus fans. Le anticipo la respuesta, no la habrá porque realmente no dominan dichos idiomas. Tercero, tenga cuidado con quien establece comunicación por la red, especialmente si le interesan estos temas o deja señales de que está pasando un proceso emocional difícil, sea un duelo, un estado depresivo o una separación. Por último, tenga presente que en Internet no existe el anonimato como tal y esto que puede ser una desventaja para muchos también nos permite conocer de antemano quién nos ha enviado un mensaje. A la mínima señal de alerta, ya saben, evasión, bloqueo e indiferencia. Para la señorita C., ese otro Yo, ese monstruo-sombra es un ser anónimo e invisible que descarga la frustración que no se permite mostrar en la imagen virtual que se ha creado. Se muestra como una desconocida para los demás. No, le digo de corazón, señorita C., que no es una desconocida para los demás, sólo para usted misma. Los que sabemos leer el alma, los que marchamos en busca de la sabiduría, sí la vemos, vemos lo que es usted y lo que tiene dentro. La conocemos. Y créame, no hay nada de usted que nos interese.
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