Anna fue un juego lanzado en el 2012, desarrollado en Unity por Dreampainters y distribuido por Kalypso Media. Al año siguiente, en abril, siguiendo con las recomendaciones y críticas de los usuarios, se lanzó una versión extendida que ofrecía mejoras gráficas y de jugabilidad, incluyendo nuevos rompecabezas, más pistas de música y eventos. Actualmente se puede comprar en Steam y es compatible con Windows, Mac y Linux, además de la xbox 360. Aunque es un juego que ya tiene unos años, lo descubrí recientemente a través de algunas recomendaciones. Cuando lo probé, reconozco que me agradó demasiado puesto que la historia que esconde este juego guarda muchos elementos en común con los relatos que comparto en mi otro blog. Hay fenómenos paranormales, recuerdos reprimidos, terror psicológico y una exploración romántica de la Diosa que trato de recrear una y otra vez desde diferentes puntos de visa y que también podemos ver en otro tipo de proyectos que ya he reseñado.
«Todavía recuerdo el éxtasis del sol abriéndose paso entre los árboles. Nuestras horas pasaban con el cántico del viento que soplaba por las montañas. Esperaba haberte olvidado para siempre. Anna… mi amor».
Introducción
Así empieza Anna, una historia de amor terrorífica e inquietante construida a modo de aventura gráfica en primera persona, cargada de puzzles y labores detectivescas que nos obligan a trabajar sobre la memoria del protagonista. Al principio no sabemos mucho de él. Por las anotaciones de su diario sabemos que es profesor de universidad y que recientemente empezó a sufrir alteraciones de consciencia, incluyendo desmayos y dolores de cabeza muy fuertes. Todo empezó tras visionar unas fotos antiguas que revelaban lugares que parecían relacionados con su pasado. Desde entonces su salud empeora, tiene dificultades para dormir y cuando lo consigue no para de soñar con aquel lugar. Sabe que todo aquello está relacionado con Anna, el nombre de una misteriosa mujer que parece haber olvidado por completo aunque no comprende las razones. Por eso viaja y se pierde en aquellos bosques montañosos hasta que finalmente encuentra el aserradero que aparecía en sus sueños.
El aserradero abandonado
Por su aspecto el aserradero lleva abandonado bastantes años. Las ventanas están tapiadas y la puerta parece sellada por un mecanismo que no parece desde luego convencional. Aquí encontramos algunos símbolos como el ojo cristalino de la puerta que dan a la casa un halo de misterio. No obstante, en su interior, una vez hayamos resuelto la manera de entrar, los fenómenos paranormales empiezan a ser evidentes. Se escuchan risas, murmullos y pisadas. Pronto aparecen flashbacks que nos revelan conversaciones reprimidas en la memoria del protagonista y unos sollozos femeninos que parecen provenir de una puerta cerrada con un extraño sello.
Al escenario de un taller convencional con maquinaria, sierras y mesas de trabajo, se le añade una extraña habitación que guarda en su interior un estanque de tal profundidad que parece ser más antiguo que la propia casa. El protagonista encontrará en su interior documentos que empiezan a ofrecer información crucial sobre la trama. Uniendo éstos a nuestra propia investigación y percepción de la fenomenología paranormal, podremos hacernos una idea de dónde nos encontramos. La historia empieza a revelarnos un trasfondo de rituales paganos, leyendas de brujería y creencias ancestrales que empiezan a volverse más reales a medida que participamos en ellos. Estos documentos nos hablan de rituales amorosos, del matrimonio, de la propiedad de ciertos compuestos materiales, de la realidad aparente, de los rituales mágicos, de ceremonias funerarias, del culto de la Diosa y la narración de algunos sucesos fatídicos como los que acompañaron la creación de la estatua. Todo esto gira entorno a la figura de Anna, la cual se revela como la personificación misma de la Diosa de la que hablan las leyendas.
Los misterios
Una vez leídos los documentos, el protagonista puede decidir participar de los rituales, haciendo realidad una historia que hasta entonces parecía mera fábula. Cortando la leña, purificando las aguas y haciendo visible lo inaccesible a la vista a través del conocimiento oculto, esa realidad lejana pronto se torna real y la presencia de Anna se hace cada vez más patente. El sello de la puerta secreta queda inutilizado y mientras esta puerta se vuelve accesible, otras vías de acceso desaparecen para siempre dependiendo de las acciones del personaje. Finalmente, la escalera que da acceso al piso superior se hace visible y con él unas largas estancias llenas de símbolos y elementos arcaicos. En este nuevo espacio llamará la atención la parte habitacional, con dos estancias que dan escalofríos y un dormitorio a priori vetado pero cuyo interior parece ajeno a la hostilidad del ambiente sobrenatural. No obstante, aquí el protagonista deberá tomar la decisión. O bien avanzar y participar del último gran ritual o abandonar aquel lugar maldito.
Una vez abierto el sello de la puerta, accederemos a una habitación con una oscuridad insondable. Ante ésta aparecerá por primera vez un maniquí de mujer cuyos pelos enraizados nos recuerdan a las sombras de las plantas proyectándose sobre la pared de la entrada. Esta figura de madera lleva un anillo y una vez arrancado de su dedo, su presencia nos perseguirá durante toda la historia. Ésta y la figura de la sombra son las dos figuras claves de la historia, aunque la historia de esta última es más difícil de relevar porque es secundaria a la historia principal. A veces aparecerá de pie, señalando algo o sollozando, cubriendo su rostro con las manos. Otras veces aparecerá sentada o señalando con enfado el horizonte, como si ordenara al protagonista que abandone el lugar. Su visión provoca un malestar tremendo en el protagonista pues queda claro que el recuerdo reprimido que le acompaña esconde terribles sucesos. El hecho de que el anillo del maniquí tenga grabado el nombre del protagonista no es circunstancial.
Símbolos y realidad
Mientras el protagonista permanece en la casa, los sucesos paranormales se van sucediendo. Algunos son meras quimeras pero otros comportan cambios sustanciales en la realidad y en el estado anímico del personaje. De manera paralela a la historia debemos mencionar dos aspectos relevantes: el de los símbolos y el de la realidad. A lo largo del proceso de exploración, aparecen aspectos simbólicos importantes. Algunos son imprescindibles en la trama y otros aparecen de manera circunstancial, como meros aspectos audiovisuales que pueden aparecer o no según el tiempo que el personaje permanezca en el interior. Algunos de estos símbolos son universales como las múltiples imágenes de los ojos que se repiten de principio a fin o nos conectan con un trasfondo cultural remoto como el uso que se hace de las estatuillas femeninas paleolíticas o los símbolos de las tres lunas. Otros sin embargo, pretenden imitar aspectos esotéricos de la espiritualidad, como los sellos y los círculos adornados con velas. También hay símbolos más cercanos que nos dan una imagen más íntima y emocional, como la aparición del corazón bombeante. Cuando el protagonista lo recoge, el maniquí femenino que poseía el anillo cae desplomado al suelo, dando a entender la particular conexión emocional que había entre ambos.
El segundo aspecto es sobre la realidad. El protagonista encuentra en el piso superior dos máscaras aunque más adelante también encontrará una tercera. No obstante, estas máscaras parecen estar muy relacionadas con su persona. Con una, el protagonista verá la realidad que se esconde tras el velo de los sentidos, mostrando el estado ruinoso del aserradero y la presencia de ciertas puertas u objetos que no se nos muestran al natural. Con la otra, los tonos rojizos conectaran con el dolor de la casa, con la memoria de algunos terribles sucesos. La máscara de la verdad nos hará dudar del espacio. La máscara del asesino, del tiempo. Junto a la visión natural, conforman una realidad integral e incómoda que el protagonista parece haber disociado. Conforme avanzamos, se manifiesta un proceso de transformación o traslación de lo general a lo particular, de lo mítico a lo personal. Los símbolos y las leyendas parecen concretarse en la memoria del personaje. De esta manera, la leyenda va dejando paso a la memoria, las imágenes van revelando personajes olvidados y la sombra se va manifestando como una parte de su ser.
Los caminos de regreso
Hay en total ocho posible consecuencias, ocho caminos narrativos. Los cuatro primeros son los abandonos del hogar. En el primer caso el personaje abandona el aserradero antes de realizar el ritual mientras la puerta permanece accesible. Al salir comprende que algo terrible tuvo lugar en esa casa pero prefiere abandonar sin averiguar la verdadera historia porque ello le conducirá a la locura. En el segundo caso, abandona por una puerta que se hace visible sólo durante un periodo muy limitado de tiempo y de esta manera sale por la parte trasera. El protagonista sabe que detrás de esa leyenda hay elementos de brujería pero huye sin saber que él forma parte de esa historia. En el tercer abandono, la huida se produce demasiado tarde, después de haber completado el primer ritual. El bosque se torna oscuro y amenazante, lleno de luces incandescentes y vientos malditos. El protagonista trata de abandonar el lugar pero sabe que es demasiado tarde, algo le ha envenenado y ya no podrá dejar de pensar en Anna durante el resto de sus días. El último abandono es involuntario. Sucede cuando el protagonista yerra en sus investigaciones y cae debilitado por la experimentación de los fenómenos paranormales o porque cae presa del extraño maniquí femenino que no para de aparecerse en varias partes de la serrería. Cuando esto sucede, cae desmayado y se despierta fuera de la casa con un dolor de cabeza terrible, manifestando su idea de marcharse del lugar para no volver.
Los caminos hacia Anna
En contrapartida a éstos, hay otros cuatro caminos que siguen la historia hacia adelante. Dos de ellos llevan a Anna y son prácticamente iguales. Sólo difieren en la profundidad de la historia que haya sido revelada durante el proceso. Mientras averiguamos los entresijos de la historia, tenemos la opción de completar el gran ritual. Primero debemos reconectar nuestra historia con Anna, en una especie de ceremonia menor donde se vierte el dolor de las cenizas en su frente, la sangre roja de la Diosa sobre una mano y el anillo matrimonial en la otra. De esta manera ella nos deja ver el acceso a su templo. A partir de entonces podemos rememorar el significado del sacrificio para traer de vuelta a Anna. Cuando todo ha sido completado con éxito, el mismo maniquí que nos atormentaba aparecerá y nos ofrecerá la llave dorada. A partir de entonces, con esa llave podemos acceder a los cuatro destinos que Anna nos tiene reservados.
En el primero de ellos, el protagonista, al averiguar la historia secreta del fabricante de zuecos, decide seguir su camino. Tras acumular las cinco pistas de su historia, se encierra en la habitación con la llave y accede por la puerta oculta. Al llegar a la cueva, el personaje se pone la máscara de la Diosa y horrorizado, termina atrapado y convertido en un maniquí de madera como los que abundan en la casa, formando desde entonces parte de la Diosa. El segundo, también aterrador, no llega hasta el final porque el personaje consigue avanzar hasta la cueva pero su trayectoria queda interrumpida por la propia Anna, ya su mente no resulta capaz de soportar la verdad. Anna vierte sobre el personaje el mismo hechizo que debió realizar años atrás. Revela que el protagonista lo olvidará todo de nuevo y que jamás sabrá la verdad, pues es su deseo protegerle para que ya no se dañe a sí mismo ni a los demás. Antes de terminar convertido en un maniquí, se escucha la voz de Anna diciéndole que lo siente, que no puede hacer más por él.
El encuentro con Anna
Los otros dos caminos son los completos, los que conducen a la cueva y por ende a la estatua de Anna. Aquí la historia del protagonista quedan revelados y si quedaba por revelar alguna conexión entre él, el aserradero o el maniquí femenino, las visiones explicitan lo que pasó. Llegados a este punto descubrimos la figura de la que hablaba la leyenda.
«¡Por fin te he encontrado! Queridos míos… Tuve que hacerlo. Debía hacerlo… Estabas gritando, no podía soportarlo. Pero ahora estoy aquí y me quedaré contigo. Para siempre. Aquí y ahora me he reencontrado con mi destino. Nadie volverá a separarnos de nuevo. Eres tan hermosa como recordaba. Y todavía te quiero».
Y mientras dice esto, se escucha un estruendo y la entrada de la cueva queda cubierta de escombros. El personaje está atrapado junto a la estatua pero no parece importarle. Era su destino. Entonces la voz de Anna le pregunta: «¿Para siempre?», a lo que él contesta: «¡Para siempre!»